El desarmador de bombas
Daniel Frini & Sergio Gaut vel Hartman
El reloj digital de la bomba indica los últimos
segundos. Ocho, siete, seis. El hombre se dispone a cortar el cable rojo.
Cinco, cuatro, tres. Cambia de idea a último momento y con un rápido movimiento
corta el verde. Dos, uno, cero. La explosión rompe los vidrios de las ventanas
ubicadas a más de veinte cuadras a la redonda. Los forenses solo encuentran un
incisivo y un dedo del pie del hombre. O al menos creen que eran suyos.
—De acuerdo, Wilson —dice el
productor pasando el habano de cien dólares de una comisura a la otra—; usted
no quiere que sea una película pochoclera y desea que su guión sea reconocido
como el mejor de los últimos tiempos. Pero ahora explíqueme, ¿cómo hacemos para
que el tipo se quede con la chica y, esto es lo más importante, para filmar El
desarmador de bombas dos?
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